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La vida de Carlos era excelente, según como él mismo la recuerda, solo felicidad. “Tenía 50 creía estar en la gloria, barco, chicas y una hija ¿qué más?”.

Ya divorciado, fumaba cuatro atados de cigarrillo por día, tomaba cantidades inmensurables de café, y no se negaba la compañía de su amigo infalible Luigi Bosca todos las noches.

Pero la sobremesa de una cena hace 9 años cambió su vida para siempre. “Lo mío fue terrible. Terminé de cenar, tuve un calor y medio me maree”, contó Carlos sobre el episodio y agregó que no sentía nada de dolor. Por aquel entonces, su hija que estudiaba medicina pudo reconocer los síntomas y llamó de inmediato a la ambulancia.

El ataque lo encontró “obvio”, fumando en el balcón. En el centro médico donde lo recibieron lo atendió el médico que sería luego un gran apoyo, el doctor Guillermo Vaccarino, especialista en cirugía cardiovascular. Luego de realizarle un cateterismo, el doctor evaluó la gravedad del cuadro.

“Mi estado era un poco peor que mal, teníamos que esperar a estabilizarme para poder seguir. Pero en realidad me estaba muriendo”, aseguró Carlos. Ante la complicada situación el doctor Vaccarino decide operar.

“Miedos la verdad nunca tuve. El equipo de Guillermo fue un gran apoyo durante toda la situación”, contó Carlos sobre el momento.

Sobre la recuperación del procedimiento Carlos observó: “Fue excelente, aunque al no estar programada la operación me costó bastante. Pero cada instante sentís la felicidad de estar recuperándote”.

La vida le regaló una segunda oportunidad que Carlos no dejó pasar. La situación económica en la Argentina no era prometedora en ese momento, pero asegura que el tiempo de recuperación en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) fue decisivo para ayudarlo a crear su nuevo negocio: “Pensé ‘estoy en el horno’, pero inspirado en la UCI salió la idea de las bolsas de horno que hoy fabricamos con mi socio”.

Carlos cree en el destino y le agradece a este su encuentro con el Dr. Vaccarino: “Guille toma café con Dios, no lo dudes”. Además, recomienda que los que tienen la posibilidad de operarse de forma programada lo hagan, ya que la recuperación es más fácil y “cuando te das cuenta, te dan otra oportunidad en ese mismo cuerpo”.

“Hace 9 años un mes y siete días que me operé, el mismo tiempo que no fumo, poco café, y Luigi bueno,el no habla así que poco también. Siempre fui feliz de vivir, solo que ahora lo soy más”, finalizó Carlos entre risas.